Mosquita y Mari

Mosquita y Mari es una película independiente estadounidense dirigida por Aurora Guerrero, y que fue presentada como su ópera prima en el Festival de Cine Sundance de 2012.

Yolanda Olveros es una adolescente hija de inmigrantes mexicanos que viven en Huntington Park, Los Ángeles. Su meta es cumplir con las expectativas de sus padres y graduarse de la universidad para tener un mejor futuro.

Mari Rodríguez también inmigrante mexicana se muda cerca de casa de Yolanda debido a un incidente en el colegio.

Las dos chicas empiezan una amistad que poco a poco se va volviendo más compleja, mientras ambas van descubriendo su identidad.

Esta película lésbica, Mosquita y Mari, participó en 100 diferentes festivales alrededor del mundo y ganó múltiples premios entre los que destacan el de Mejor Ópera Prima en Outfest y la mejor película latina de EE. UU. en el Cinema Tropical de Nueva York.

Mosquita y Mari fue estrenada en 2012 durante el Festival de Cine Sundance, esta interesante obra fue llevada a cabo gracias a una campaña de crowdfunding.

Esta encantadora película expone un punto de vista diferente sobre la comunidad latina en los Estados Unidos, donde de manera sutil y bastante elegante confronta dos argumentos, el primero la promesa del sueño americano para los inmigrantes y el segundo los valores de la familia.

Yolanda Olveros (Mosquita) es hija única de un matrimonio inmigrante, sus padres depositan en ella la esperanza de poder alcanzar y cumplir el sueño americano, por lo que ella se ha esforzado en ser una buena y disciplinada estudiante.

Por otro lado, Mari Rodríguez es la nueva vecina hija de una madre inmigrante. Ella tiene una actitud rebelde y no está muy interesada en estudiar, porque le ha tocado asumir la responsabilidad de ayudar económicamente tras la muerte de su padre, y además debe cuidar a su hermana menor.

Los padres de Yolanda han depositado en ella la esperanza de ser más en la vida, por eso le recuerdan constantemente los sacrificios que ellos han hecho como inmigrantes y le advierten que debe cuidarse de las tentaciones de ser una adolescente.

Por su parte la tímida y callada Yolanda, aunque quiere poder vivir las experiencias de una adolescente común, antepone a sus deseos el bienestar de su familia persiguiendo la meta de sacarlos de Huntington Park.

En su lado de la calle Mari vive una situación completamente opuesta, ella está llegando de México, es astuta y muy consciente de su belleza y su atractivo, sin embargo, la acompaña la dolorosa pérdida de su padre.

Mari debe trabajar para poder ayudar a su familia a pagar el alquiler y comprar comida.

La arisca y juguetona personalidad de Mari le causan intriga a Yolanda, por lo que ésta busca la manera de acercarse a ella.

Ambas chicas estudian segundo año en el mismo sitio, y debido a un incidente Mari es amenazada con ser expulsada después de salvar a Yolanda, quien en agradecimiento ofrece ayudarla en sus trabajos para clase, y así nace entre las dos una contrastada pero tierna amistad.

El tiempo que empiezan a compartir juntas las vas acercando cada vez más, y los sentimientos van creciendo en ellas con naturalidad e inocencia. Este es uno de los puntos de la película que hace más creíble la historia.

La simplicidad de la historia de Mosquita y Mari te hacen verla como una realidad cercana.

Y es que Mosquita y Mari se aleja de las típicas historias lésbicas adolescentes, en ningún momento de la película hay una declaración de amor, sino que más bien se deja ver con naturalidad el descubrimiento de la identidad sexual.

Esta película te muestra cómo los sentimientos que se desarrollan crecen de forma natural, silenciosos y orgánicamente sin necesitar etiqueta de ningún tipo.

Desde un principio la directora Aurora Guerrero evita que la relación que tienen Mari y Yolanda sea reconocida o etiquetada por los otros personajes, ni siquiera las mismas chicas se plantean que los sentimientos que tienen la una por la otra pueden ser vistos como tabú.

En esta inusual película cae como anillo al dedo la famosa frase “Las imágenes dicen más que mil palabras”, porque sus escenas sin diálogos alcanzan el clímax de la historia y te comunican más claramente los pensamientos de las protagonistas.

Mosquita y Mari es una película que te hace sentirla como una historia propia, es una anécdota de las típicas cosas que suceden en la amistad de muchas chicas adolescentes, como el pasar la tarde estudiando o salir a andar en bicicleta.

Te llegas a sentir identificada con el proceso de maduración por el que pasan las protagonistas, donde pierden su inocencia y pasan de niña a mujer asumiendo a la vez su orientación sexual.

Mosquita y Mari es una película conmovedora, dulce y triste, que te habla de la amistad, la lealtad, del paso de la línea borrosa entre la adultez y la niñez, y te hará repensar las cosas que has vivido.