Criaturas celestiales

Criaturas celestiales se ambienta a mediados del siglo XX en los años cincuenta. La historia ocurre en una pequeña ciudad de Nueva Zelanda, Christchurch.

Esta es una película basada en hechos reales. Donde se cuenta la historia de dos chicas adolescentes; Pauline Parker de 14 años y Juliet Hulme de 15 años. Ellas se conocen en un colegio de chicas cuando Juliet es transferida allí.

El nombre de la película, Criaturas celestiales, proviene de este imaginario compartido que hace alusión a ellas mismas y a los personajes de sus fantasías. Incluso llevan diarios donde escriben sobre sus desdichas, planes y todos sus sueños.

Pero luego de varios meses se reencuentran y continúan con su relación pero, por supuesto, esto trae sospechas de que sean lesbianas entre sus familiares y deciden separarlas.

El padre de Juliet propone a la madre de Pauline que debe recluirla en un sanatorio debido a esa “enfermedad”.

Ante esta situación estas muchachas se sienten acorraladas y en mezcolanza con el mundo imaginario que se habían forjado idean un plan para no separarse, tomando una decisión y llevando a cabo un acto terrible.

Criaturas celestiales fue bien recibida por la crítica. De hecho, obtuvo el León de Plata al mejor director en el Festival de Cine de Venecia de 1994. Y también una nominación al Premio de la Academia al Mejor Guión Original de ese año.

Por ejemplo, la dirigió por el famoso cineasta de El Señor de los anillos y protagonizada por la conocidísima Kate Winslet, de Titanic y la muy conocida —en menor medida— Rose (Melanie Lynskey) de la serie de TV Dos hombres y medio. Las chicas muy jóvenes, tal vez sus primeros trabajos, pero con excelentes actuaciones.

Criaturas celestiales es una historia sobre las relaciones adolescentes entre mujeres, la incomprensión de una época ante lo que se desconocía sobre el tema y los tabúes impuestos. Las posibilidades terribles de la imaginación y su confrontación con la dura realidad.

Es una película que al final —o a lo largo de ella— nos incitará varios interrogantes.

• ¿Puede el mundo imaginario llevar a dos niñas a cometer tan terrible acto?
• ¿Fue el mundo que ellas se imaginaron y recrearon el que las llevó a cometerlo?
• ¿O fue una realidad acosadora y limitante que no da posibilidades de desplegar pulsiones naturales y actos creativos menos terribles y más sensatos?

Lo interesante es que Peter Jackson, en varias secuencias de la película, parece ayudarnos a entrar en ese mundo imaginario que ellas crearon como alternativa al “mundo real”.

Algo muy interesante que también logra el director es mostrar cómo la cercanía de las adolescentes perturba a los adultos. De hecho, constituye una diferencia difícil de comprender.

La estrecha e intensa relación entre las dos se considera de manera inquietante y sospechosa como lesbianismo.

Pero, curiosamente, ninguno de los adultos lo discute o pregunta abiertamente en la película acerca de lo que sucede. No obstante, deciden que deben alejarse y que es bueno que no se sigan viendo.

Más allá de las acciones que llevan a cabo las protagonistas. El tema tal vez invisible en Criaturas celestiales es el del amor lésbico. Es como si no existiera, se supone y de la misma manera se resuelve eliminarlo. No sé si es una intención clara del director o es la historia misma que lo sugiere.

Otro tema subyacente en la trama de Criaturas celestiales es cómo las personas (de cualquier género) pueden cometer actos terribles tal vez empujadas por estar “juntas”, por encontrarse en grupo —y en este caso un “grupo” puede ser dos personas—, vinculadas por ciertas señas de identidad como la juventud, una nacionalidad, un emblema, un equipo, etc.

Cómo pueden llevar a cabo ciertas acciones que usualmente desde afuera nos parecen desmedidas e incomprensibles.