¿Cómo es estar presa y ser lesbiana en Colombia? La historia de Marta Álvarez
Marta Álvarez fue a la comisaría y se entregó conociendo muy bien las condenas que debería enfrentar. Lo que no esperaba era también una condena por ser lesbiana.
Cuando piensas en lesbianas y una cárcel, ¿no te viene a la cabeza la serie Orange is the New Black? ¿o Wentworth?. La historia real de la que te voy a hablar ahora no sale en esas series, pero bien sería digna de encontrar su hueco en ellas porque merece ser contada.
La historia de Marta Álvarez es bien conocida para el público colombiano. Sin embargo, en muchos otros países tenemos ahora la oportunidad de conocerla.
“Mi historia la cuento yo” es un libro publicado en 2017 por Marta Álvarez. Allí recupera sus memorias sobre su vida en la cárcel y contra toda una Colombia homofóbica.
Para Marta Álvarez, fue necesario publicar su libro para dar a conocer su historia desde su voz oficial y no desde la mediática.
Un comienzo frustrado
Me dirigí a la estación de policía y confesé que maté a mi hermano
Cuando Marta Álvarez tenía 19 años su padre decidió enviarla a Estados Unidos.
Pero esta no fue una decisión sin contexto: tuvo que mudarse debido a la homofobia que la acechaba cuando confesó ser abiertamente lesbiana.
Para preservar su seguridad, Marta Álvarez tuvo que mudarse a Estados Unidos por las amenazas que recibía por ser lesbiana.
Allí, en Estados Unidos, aprendió programación para ordenadores y luego estudió farmacia.
Pero más interesante aún, se comenzó a profesionalizar en ligas amateurs de fútbol. Marta logró llegar inclusive a la primera división amateur.
Pero esa tranquilidad tuvo que terminarse: Marta recibió un llamado desde Colombia que la obligó a volver.
En 1993, Marta se vio en la necesidad de regresar a Colombia. Todo se debió a una llamada de su hermana que seguía viviendo en Colombia.
Marta, por favor, tienes que volver y ayudarlo.
El mensaje telefónico que Marta escuchó fue el pedido de desesperación de su hermana pidiendo que vuelva.
Todo se trataba de uno de sus hermanos. El menor de su familia estaba sufriendo una severa adicción a las drogas y no solo a una, sino a casi todo tipo de sustancias.
Debido a la buena relación que tenía Marta con su hermano menor, se resolvió que debería volver para cuidar de él.
Pero Marta llegó tarde. O mejor dicho, no parecía haber vuelta atrás en la situación de su hermano menor.
Cuando regresé a Colombia y lo vi por primera vez, no pude creer su reacción. Yo estaba muy feliz de verlo, pero él pareció no reconocerme en absoluto. Toda la vida estuvimos muy unidos y ahora parecíamos dos extraños.
Pero eso no fue todo. Luego, Marta comenzó a vivir un verdadero calvario.
El que antes había sido su pequeño hermano, ahora la insultaba, la atacaba y hasta la golpeaba.
Marta no vio otra salida más que acudir a las autoridades y denunciarlo. Pero nadie la ayudó.
Un error fatal
A pesar de haberse alejado yéndose a Pereira, Marta Álvarez tuvo que regresar a Santuario para atender a unos asuntos personales.
Cuando regresó, fue peor aún. Los ataques de este comenzaron a dirigirse todos contra ella.
A pesar de que nuevamente se dirigió a la policía, las autoridades hicieron caso omiso. La excusa era que no tenían autorización para llevárselo a la comisaría.
Entonces, Marta no tuvo otra opción que enfrentar a su hermano.
Marta, días antes, había comprado un arma para defenderse y siempre la llevaba encima.
Su hermano, en algún momento de una de sus discusión, saco su pene y le dijo “Chupe, chupe”.
Marta para defenderse sacó la pistola y disparó.
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Entonces, sabía que no tenía opción: Fui a la comisaría y confesé que había matado a mi hermano.
¿Cómo es ser lesbiana en las cárceles de mujeres de Colombia?
Cuando Marta Álvarez llegó a la cárcel tenía alrededor de 34 años. Todo lo que vio la asustó. No por prejuicio, sino por un completo desconocimiento del sistema penal.
A Marta Álvarez la condenaron a cuatro meses de prisión, que terminaron siendo 10 años, solo por ser lesbiana.
En la cárcel donde estaba Marta, sí había lesbianas. Pero todas temían alzar la voz. Los traslados eran muy comunes ya que buscaban alejar a las reclusas de sus parejas, hijos y amigos.
Un día, Marta se enteró que una de las reclusas estaba en el calabozo hacía cuatro meses solo por haber besado a otra compañera.
Marta, entonces, solicitó presentar una demanda por los tratos que recibían las lesbianas en la cárcel.
Después de eso, vinieron cosas aún peores. A Marta la trasladaron alrededor de 17 veces y la acusaron de causar el amotinamiento de las reclusas.
De prisión en prisión, de calabozo en calabozo
Los traslados no eran nada en comparación de los periodos en aislamiento que la obligaron a pasar a Marta solo por ser lesbiana.
Cuando solicitó un permiso para tener un encuentro íntimo con su pareja, se lo negaron.
En la cárcel, ningún derecho existía para las lesbianas.
Pero Marta no se rindió. Incluso a pesar de que le habían otorgado 4 meses de prisión, estos terminaron siendo 10 años por su “mala conducta”.
Libre, pero luchadora
La libertad no hizo que Marta se olvidara fácilmente de la cárcel. Al contrario.
A pesar de que Marta había podido salir, sabía que allí aún quedaban compañeras lesbianas que iban sufrir igual o peor que ella.
Entonces, decidió presentar a la Comisión Interamericana de Derechos Humanos una demanda para denunciar los hechos que tuvo que vivir.
Luego de numerosas luchas legales, Marta obtuvo lo que su conciencia tanto necesitaba: las disculpas públicas del estado colombiano frente a la lesbofobia sufrida.
Un presente feliz y prometedor
En la actualidad, Marta reside en Colombia, en su pueblo natal, ya reconciliada con su historia pasada.
Hoy es feliz junto a su gatita con la que comparte su día a día.
Reconoce que la cárcel logró hacerla más fuerte y que no se arrepiente de lo vivido:
Siento que hice todo lo que debía hacer. El universo me puso ahí por razones desconocidas, pero allí estuve igual. Lo sufrido me hizo más fuerte y hoy puedo decir que, finalmente, soy feliz.
2 Respuestas
Muy buen artículo.. invita a conocer la situación de muchas mujeres en el vecino país. Nos prepara para saber la condición general de la mentalidad social penal.
Me alegro de que te guste Mei!!